viernes, 10 de octubre de 2014

A través del chat


Está muerta, sólo piensa en darse una buena ducha ponerse su cómoda camiseta de dormir, meterse en la cama y encender su portátil. Ni siquiera tiene ganas de cenar.
 -Sólo tomaré un vaso de leche y… una magdalena de chocolate -piensa con remordimiento, mientras deja el bolso en una silla del salón, se quita los zapatos, la chaqueta y va soltando el resto de la ropa por la casa.



Sus jornadas cada vez son más agotadoras pero ama su profesión con todas sus fuerzas. Es manager de equipos de fútbol y con lo del mundial, no para. Lo que lleva peor es viajar, el avión, los hoteles… los cambios de hora. En fin, necesita un poco de estabilidad. Lo sabe desde que cortaron, el motivo principal fue el de las ajetreadas vidas que llevaban.
Él era empresario y personalmente se ocupaba de los negocios que tenía a lo largo de todo el país y también fuera de él. Tampoco paraba de viajar, cada vez se veían menos y cuando lo hacían era para recriminarse lo ocupados que estaban con sus respectivas profesiones. Pero él también adoraba la suya por encima de todo. Finalmente habían decidido terminar la relación, así no podían funcionar.
Sin embargo, ella no podía apartarlo de su mente, su mirada apasionada, su risa, su voz… sus manos acariciándola -Dios, cómo le echo de menos. ¡Maldita sea! -pensaba a menudo. Pero por nada ni por nadie se plantearía dejar su profesión. Había luchado mucho por conseguir la posición que ostentaba y no estaba dispuesta a perderla. Le gustaba valerse por sí misma y ser autosuficiente, si eso estaba reñido con una relación normal, pues, habría que aguantarse.
-De momento con la conversación por el chat y mi nuevo amigo virtual, tengo bastante -pensó con resolución.


Hace meses que se conectan a la misma hora y se hablan por el chat privado. En principio le pareció extravagante la forma de relacionarse, pero lo cierto es que cada día cuenta los minutos deseando conectarse. Esta fórmula se adapta bien a su modelo de vida y cada vez está más enganchada.
La primera vez que hizo clic sobre el enlace, fue por pasar el rato, estaba aburrida en la cama del hotel y fisgoneando vio: “hombre soltero busca chica con expectativas” le hizo gracia y pinchó. Enseguida iniciaron una conversación que a los dos les pareció de lo más interesante. No han dejado de conectarse ni una sola noche desde entonces. En principio sólo hablaban de sus gustos y aficiones: libros, películas, música, etc.
Poco a poco, a través del chat, a pesar que desde el principio acordaron que nada de fotos ni de conversaciones sobre trabajo, se han ido conociendo a la perfección, incluso, en ocasiones, llegan a adivinar lo que piensa el otro. Chatean desde los lugares más remotos, los dos llevan un estilo de vida parecido, de ahí que el modelo se adapte tan bien a ellos. Últimamente incluso hablan de sexo:
-Descríbeme lo que llevas puesto -le escribe él y a ella le parece que le susurra.
-Mi perfume favorito -miente.
-¿Qué más?
-Nada más.
-Cómo me gustaría verte, acariciar tu cuerpo e impregnarme las manos, la boca y todo yo con tu fragancia -le dice totalmente excitado-. Haz lo que te diga al pie de la letra -continúa.
Sólo con ver las palabras escritas tiene que ahogar un gemido de placer. Poco a poco, le va diciendo lo que debe hacer y ella hechizada por las suaves palabras escritas va haciendo exactamente lo que le pide. Al mismo tiempo le va describiendo a él como se siente y le va diciendo lo que debe hacer. De esta forma noche tras noche los dos  alcanzan un estado pleno que los libera del estrés acumulado a lo largo del día.
Sin embargo, cada vez anhelan más el contacto físico y real. -Si a través del chat, sólo con palabras, imágenes… música, somos capaces de tanta complicidad ¿por qué no probar? ¡Nada tenemos que perder! -Acuerdan una noche y, se citan en un restaurante para cenar juntos al día siguiente.
A los dos se les hace la jornada de trabajo muy larga. Están nerviosos como dos adolescentes y no dejan de mirar el reloj a cada instante. Cuando acaban sus respectivas ocupaciones, se duchan y arreglan con esmero. Ninguno de los dos quiere decepcionar al otro.
Cuando llegan al restaurante lo hacen tan puntualmente que se encuentran en la entrada y casi chocan el uno con el otro a la vez que abren la boca por la sorpresa.
-Pero ¿qué haces tú aquí? -le pregunta él alucinado. Lleva meses sin salir y la primera vez que lo hace no puede ocurrirle nada peor que encontrarse con la mujer que intenta desesperadamente quitarse de la cabeza.
-Lo mismo pregunto yo -responde ella a la defensiva.
-Tengo una cita.
-Qué casualidad, yo también.
-Bien, pues adelante -responde haciéndole una caballerosa e irónica reverencia.
-De acuerdo, me alegro de verte -responde ella haciendo un gesto de despedida levantando los dedos anular e índice, a la vez que comienza a caminar de forma altiva.
Una vez dentro del restaurante los dos se dirigen hacia la mesa que tienen reservada y se quedan sin palabras cuando se dan cuenta que es la misma para ambos. El camarero espera paciente a que tomen asiento. Tras unos larguísimos segundos de estupefacción caen en la cuenta de que cada uno de ellos es el amigo virtual del otro. Y como si se dieran permiso mutuamente irrumpen los dos al mismo tiempo en sonoras carcajadas, ante la atónita mirada del camarero.
El carraspeo de garganta cada vez más fuerte de éste los saca poco a poco del ensimismamiento en el que han caído y por fin deciden sentarse a la mesa y cenar juntos. Tras saborear la deliciosa cena acompañada del mejor vino de la carta, se miran fijamente durante un buen rato, sin un ápice ya de broma en sus semblantes.
-Y ahora qué -pregunta él sin apartar la mirada de ella.
-Ahora -dice ella muy despacio. Paguemos la cuenta y vayamos a tu casa o a la mía. Mañana -añade pícaramente acercándose a él -ya veremos.
-De acuerdo -responde alzando la copa hacia ella y entrecerrando los ojos a la vez que asiente.
PD: Dedicado a mi amigo Jesús Martín, que fue quien me sugirió la idea de este relato.
                                                                                                                   Amelia.






                                                                                                        Noe.                         




 Historia de la magdalena.
Bollo tradicional de la región de Lorena en Francia. Según una versión el nombre de magdalena de Commercy se debe a una joven criada llamada Madeleine Paulmier, que en 1755 elaboró estos pastelitos para el rey de Polonia Stanislas Leszczynski que tenía allí un palacio.
Otras fuentes las remontan a la época de los peregrinajes a Santiago de Compostela. Una joven llamada Magdalena servía a los peregrinos estos pastelillos con forma de concha, como símbolo de la peregrinación. De ahí que se extendiera a lo largo de los caminos de Santiago y se implantara  de forma tradicional en España.
                                                                                                                             Amelia.