miércoles, 10 de septiembre de 2014

La Despedida



      

          
En la sobremesa del desayuno Esther se lo comunica a su madre, ésta levanta la vista del periódico que está hojeando y la mira con atención.
-Voy a aceptar un puesto de trabajo en Irlanda, en un pequeño y pintoresco pueblecito costero.
-¿Qué dices cariño?
-Has oído bien, me marcho lejos. Lo siento mamá, pero tú sabes que tengo que hacerlo.
No es necesario seguir disimulando. Esther sabe que su madre es muy perspicaz. En más de una ocasión la ha pillado mirándolo embobada y ella la ha visto mover la cabeza y suspirar con resignación.
Lo supo desde la primera vez que lo vio, su hermana se lo presentó a la familia el día de Navidad de hace dos años. Cuando le dio un apretón de mano y dos besos en las mejillas,  Esther sintió una corriente que le recorría el cuerpo de arriba abajo y la dejaba sin aliento. 
-Dios, es el hombre más guapo que he visto en mi vida -pensó entonces y lo sigue pensando ahora-. Alto, delgado, pero fuerte y musculoso, moreno y de ojos azules como el mar. Siempre lleva camisa, americana desabrochada y vaqueros. Lidia, dice que viste así por su trabajo, a pesar de que sólo tiene veintinueve años, es dueño de varias empresas y las dirige personalmente.
Durante el tiempo que lleva saliendo con su hermana ha tenido que soportar estoicamente y con una sonrisa, la descripción que ésta le hace en ocasiones, de las escenas amorosas que los dos viven intensamente. Por la imaginación de Lidia no pasa ni de lejos, que después Esther se pasa la noche entera sin dormir, ahogando sus sollozos contra la almohada.
Aunque, tiene que reconocer que la descripción de estos momentos románticos, antes de irse las dos a la cama, es la que le ha permitido seguir adelante. Cada noche ha revivido una y otra vez con todo lujo de detalles, la escena que Lidia le ha descrito, pero, con una gran diferencia, en la escena imaginaria, la protagonista es ella y no su hermana. Esta noche pasada, Esther se ha  dado cuenta que ya no puede seguir con esto, se ha convertido en una obsesión insana. Cada noche se despierta bañada en sudor, pronunciando su nombre y estremeciéndose de placer en sus brazos. Y por la mañana cuando mira a su hermana, a la que desde niña adora, se le revuelven las entrañas, de remordimiento y asco por sí misma.





Aunque la decisión de marcharse y acabar con la situación es firme, incluso ha rellenado la solicitud del empleo por internet, Esther no puede resistir la tentación de revivir la última escena que su hermana le ha descrito y que se llevará para siempre con ella, vaya donde vaya.
Lidia y Raúl piensan casarse la próxima primavera, han comprado un precioso apartamento en una de las zonas más lujosas de la ciudad. Con un gusto exquisito están decorando cada una de las habitaciones. La última escena romántica y maravillosa, que le ha descrito Lidia, ha sido de hace unos días cuando le montaron el dormitorio de matrimonio.
Soñando…
Esther se encuentra en un restaurante cercano a su oficina disfrutando de un café tras el almuerzo. Mientras aprovecha los últimos minutos de su descanso le llega un whatsApp, es de Raúl:
Estoy en casa, acaban de terminar de montar el dormitorio. Te espero aquí a las siete, cuando llegues sigue las instrucciones al pie de la letra. No me hagas preguntas, sabes que no las contestaré. Sólo dime si te viene bien la hora. Un beso.
Enseguida le contesta sonriendo, por supuesto, la hora le va de maravilla. Tal como le ha recomendado, no le pregunta nada, aunque, presa de la excitación y los nervios, casi no puede concentrarse en su trabajo el resto de la tarde.
A las siete en punto Esther abre la puerta del apartamento, enseguida le asalta un agradable olor a rosas. Suavemente cierra la puerta y ve en el suelo un camino hecho con pétalos de rosas rojas que recorre el largo pasillo. Cada cierto tramo, en el suelo, encuentra una nota de papel. Con una exquisita caligrafía Raúl le va dando instrucciones:
-Deja el bolso, los zapatos y la chaqueta en el perchero de la entrada.
Así lo hace Esther riendo entrecortadamente y moviendo la cabeza a un lado y a otro, pero entusiasmada.
-Desabróchate la camisa, déjala en el suelo.
-Ahora quítate el sujetador y también déjalo en el suelo.
Esther continúa avanzando por el camino de pétalos haciendo lo que le pide, aunque cada vez más nerviosa y excitada. Empieza a escuchar una música celestial que proviene del dormitorio al que se va acercando.
-Shsss, no te rías, aunque no te oigo, sé que lo estás haciendo. Vamos preciosa, quítate el pantalón.
Esther no puede creerlo, casi tiene ganas de correr y abalanzarse sobre él. La vuelve loca con las escenitas que le monta.
­-Por último, quítate las braguitas y déjalas en el suelo. Coge el ramo de rosas que hay junto a la nota. Abre la puerta del dormitorio y entra.
Totalmente desnuda y con el ramo de rosas rojas entre sus manos, Esther abre la puerta del dormitorio y entra, enseguida empieza a caer  sobre ella una lluvia de pétalos rojos, que se van amontonando a sus pies a la vez que impregnan el aire con su dulce aroma. Extasiada levanta los brazos y comienza a dar vueltas a la vez que su risa resuena por toda la habitación, mientras los pétalos al caer sobre su cuerpo le acarician suavemente la piel.
Justo enfrente de la puerta  él sentado en una pequeña butaca de terciopelo rojo, descalzo, con el torso desnudo y un cómodo pantalón de pijama la mira embelesado. De forma seductora se levanta y camina hacia ella, que ya quieta y casi sin respirar lo espera con la boca entreabierta, el pulso acelerado.
-Eres la rosa más bonita del ramo. -Le dice a la vez que la levanta por la cintura y la besa con pasión. Ella responde de inmediato y agarrándose a su cuello enrosca sus piernas alrededor de sus caderas.
Abrazados llegan los dos a la cama, casi sin soltarla, Raúl se quita el pantalón y se sitúa entre sus piernas. Apoyándose en sus antebrazos, la besa en la boca, lentamente va bajando con suaves besos por su cuello, su escote, sus pechos, a la vez que suave y despacio, entra y sale de su cuerpo una y otra vez, una y otra vez, hasta que juntos como si fueran solo uno, alcanzan el orgasmo.
Descansan el uno apoyado en el otro, mientras Esther desea con toda su alma no despertarse jamás. Es Raúl el primero que lo hace y suavemente le susurra al oído:
-Queda inaugurada esta cama.



Se levanta y llena dos copas del cava, que frío, espera en una coctelera encima de la mesita de noche.  Para hacerlo más delicioso aun añade a cada copa una bola de helado de limón. Justo cuando van a brindar radiantes de felicidad, Esther también se despierta, pero en su cama, sola, sudorosa y temblando.
                                                                                                                     Amelia.



 


HISTORIA DEL CAVA.
El cava es un vino espumoso elaborado por el método tradicional en la Región del Cava en España, fundamentalmente en la comarca catalana del Penedés (provincias de Barcelona y Tarragona).

En 1887 llegó la plaga de la filoxera al Penedés, arruinando los cultivos de uva. Esto conllevó una renovación de las variedades utilizadas, con la introducción de cepas blancas de calidad autóctonas, en sustitución de variedades negras. Esta sustitución facilitó el desarrollo del cava ya que adquirió personalidad propia.

En 1972 ante el conflicto con Francia por la denominación protegida champán se constituyó el Consejo Regulador de los Vinos Espumosos, que aprobó la denominación de «cava» para nombrar al espumoso español, zanjando la disputa y respaldando y valorizando el nombre común utilizado en la zona para este vino, llamado «vino de cava».

                                                                                                                                        Amelia.
 

 

5 comentarios:

  1. Como siempre, un día de fiesta cuando publicáis algo. Gran relato de amores furtivos e incumplidos.
    Yo si me lo permitís me tomaré primero el helado y después la copa de cava para brindar por vosotras.
    Un abrazo para ambas y a seguir haciéndonos disfrutar con cada nueva entrega.
    Besos

    Manolo F.

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    1. Gracias Manuel, un brindis por ti también. Bienvenido de nuevo. Es un honor y un auténtico placer tenerte como seguidor. Un beso.

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  2. Chicas, genial!!!! os superais en cada relato y receta... me encanta!!!! un beso

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    1. Muchas gracias, Hada de los Postres. También a nosotras nos encantan tus recetas. Un beso y gracias por compartir.

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  3. Qué nombre mas sugerente. "el hada de los postres" Genial...

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